Artículo de opinión de Juan Valero de Palma
Presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (FENACORE)
La alarmante sequía y las sucesivas olas de calor han hecho saltar todas las alarmas ante un futuro próximo lleno de amenazas. El campo sufre y los regantes nos encontramos en medio de una difícil encrucijada, marcada por un contexto de enorme incertidumbre política y económica. Estamos en el punto de mira y bajo el foco de la atención de la opinión pública internacional.
La OCDE advirtió el pasado mes de junio que España sufre la sequía más grave de la UE, mientras existe un riesgo importante de reducción de la pluviometría, debido al impacto del cambio climático, en muchas zonas del país. Y el propio Banco Central Europeo (BCE) ha alertado recientemente de que la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas pueden disparar el precio de los alimentos hasta un 60% para el año 2035. Todo apunta a que la cesta de la compra seguirá registrando máximos históricos, sin visos de que la situación se normalice a corto y medio plazo, y con la sequía como un desolador telón de fondo.
La viabilidad de muchas producciones se ve seriamente contra las cuerdas por la escasez de agua que reduce las producciones generando escasez de alimentos e incremento de precios. Los agricultores de regadío llevamos mucho tiempo lanzando avisos porque la situación era más que previsible. Sabíamos que la falta de inversión que sufrimos desde hace años en obras hidráulicas y de regulación agravaría la amenaza que suponen las sequías. Es esencial, en definitiva, una política hidráulica que permita conservar y construir -siempre de manera sostenible- las infraestructuras de regulación.
No podemos olvidar que un porcentaje elevado de estas obras nunca se han llegado a ejecutar, pese a que estaban recogidas en los sucesivos planes hidrológicos y son clave para mitigar la sequía. Si las administraciones públicas hubieran tomado la iniciativa hace años, la situación hoy podría ser bien distinta. En este contexto, la Federación Nacional de Comunidades de Regantes, desde el minuto uno, fue muy consciente de lo que estaba por venir, por lo que hemos venido planteando a los sucesivos Gobiernos una batería de medidas coyunturales y estructurales para combatir la falta acuciante de agua.
Propuestas de FENACORE para mejorar el regadío
Al margen de las incertidumbres asociadas a los fenómenos meteorológicos, en Fenacore tenemos muy claro cuál es el camino para prevenir y combatir los efectos de la sequía. Nuestras propuestas están basadas en la realidad del sector y hemos sabido dar la cara y estar a la altura de las circunstancias. Por eso, defendemos sin ambages la puesta en marcha de soluciones urgentes, a corto plazo, como los Decretos Leyes de Sequía que declaren obras de emergencia y agilicen los trámites para abrir pozos de sequía y los aprovechamientos estratégicos de aguas subterráneas. Asimismo, reclamamos apoyos al uso de recursos no convencionales mediante la utilización de aguas regeneradas y procedentes de desaladoras en condiciones económicas y de calidad adecuadas, un impulso a los contratos de cesión de derechos de uso del agua entre diferentes usuarios y entre Comunidades de Regantes.
Estos Decretos Leyes de Sequía deben paliar la crisis económica que genera la sequía mediante la implantación de un IVA reducido para el suministro de energía al regadío y la exención de tarifas y cánones de regulación. Pero, además, no basta con activar los planes de actuación en las distintas demarcaciones cuando hay una situación de alerta, sino que faltan estrategias de fondo a largo plazo para anticiparse y ahorrar agua y hacer nuestros regadíos más resilientes ante la sequía: el futuro debe estar marcado por un avance decidido en el proceso de modernización de nuestros regadíos para producir más alimentos usando menos agua y energía.
Plan de Transformación y Resiliencia con nueva presidencia en FENACORE
En este sentido, tenemos que aprovechar la oportunidad histórica que plantea el Plan de Transformación y Resiliencia, que incluye el PERTE de digitalización del agua en materia de regadío. Y ésta será una de las prioridades de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) a lo largo de los próximos cuatro años. El reto es importante, pero nos estamos jugando nuestro futuro y centraremos todos nuestros esfuerzos en hacer frente a estos desafíos. Tras años de trabajo duro bajo el liderazgo de Andrés del Campo, afrontamos ahora una nueva etapa en la que nos mueve el objetivo común de seguir defendiendo nuestros regadíos, el motor que alimenta el mundo y resulta fundamental para la supervivencia de nuestra España rural. Somos la huerta de Europa, donde se toman decisiones trascendentales para nuestro sector y donde trabajaremos con ahínco para defender los derechos e intereses de los más de 700.000 regantes a los que representamos. Sabemos que podemos hacerlo, pues en el marco internacional, Fenacore es miembro fundador de la Comunidad Euromediterránea de Regantes (EIC), y de Irrigants d’Europe (IE). Se trata de asociaciones que reúnen a las organizaciones europeas dedicadas a la administración del agua y actúan como stakeholders ante la Comisión Europea, velando por los intereses de los regantes de todos los países miembros en las políticas del agua de la Unión Europea, analizando y estudiando la aplicación de la Directiva Marco del Agua y su impacto sobre el regadío europeo. Como nuevo presidente de Fenacore me dejaré la piel en la defensa del regadío: un motor para la producción agroalimentaria segura en mitad de las crisis climática, alimentaria y geopolítica que atravesamos; un aliado indispensable para evitar la despoblación de las zonas rurales y para mitigar los efectos más adversos del cambio climático; una palanca para avanzar hacia un futuro más respetuoso y sostenible; un sector estratégico para hacer de España un país mejor.
