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Preparación del lecho de siembra para el cultivo del maíz en la mitad sur de España, por Ojembarrena

Alberto Ojembarrena, ingeniero agrónomo

El cultivo del maíz en la mitad sur de España se ha concentrado tradicionalmente en las dos provincias extremeñas, Andalucía Occidental y Granada, así como en Ciudad Real, Albacete y Toledo en Castilla-La Mancha y las vegas del Tajo al sur de la provincia de Madrid. Son todas ellas, quizás con la excepción de Albacete, algunas fincas de La Mancha y de Andalucía Occidental, zonas en donde el cultivo del maíz se realiza en terrenos de aluvión, próximos a los ríos, y en régimen de regadío, ya sea por inundación, aspersión o, incluso, por goteo, pero siempre en regadío.

Es bien sabido por el agricultor profesional, que la preparación de un buen lecho de siembra, con la humedad precisa en la zona del suelo donde se situará la semilla, va a garantizar la buena implantación del cultivo. Y también sabe que, aunque el maíz compensa muy bien las plantas que pueden perderse tras la siembra, por insectos, accidentes o climatología adversa, cada planta cuenta y en especial si se garantiza una nascencia homogénea, rápida y temprana. Desde hace muchos años, las empresas obtentoras de maíz, seguras de la excelente calidad de las semillas comercializadas en el mercado europeo, proponen un ‘seguro de resiembra’ que garantiza la reposición de semilla ante condiciones climatológicas muy adversas que reduzcan el número de plantas finales. Pero a ningún agricultor le gusta tener que resembrar, y saben que mucha parte del éxito de la implantación del cultivo radica en la preparación del lecho de siembra.

“Con la preparación del suelo para la siembra en caballones, además de dejar la superficie del mismo en condiciones idóneas para depositar la semilla en la tierra de cara a una perfecta germinación, (…) se garantiza la acumulación de humedad correcta para la siembra”

Según en qué comarca del sur de España, el cultivo puede llegar a admitir densidades de plantación mucho más elevadas que las que suelen sembrarse en zonas más al norte de la península, y mucho más, si las comparamos con las densidades que suelen sembrarse en Centro Europa, por lo que preparar el suelo en condiciones idóneas para esa siembra es una parte fundamental del cultivo del maíz de alto rendimiento.

Como suele decirse, ‘cada maestrillo tiene su librillo’ y es bien cierto que cada agricultor es el que mejor conoce los suelos de su explotación, con lo cual, el recomendar si es mejor una siembra directa o una labor profunda con o sin volteo, si hablar de las gradas rotativas o recomendar un pase de rulo previo a la siembra, si preparar el suelo para sembrar en llano o en surcos… depende todo de cada terreno, cada zona de la finca, la maquinaria disponible, el cultivo previo y la humedad del suelo.

Sí que es cierto que, hoy en día, los nuevos aperos disponibles, la posibilidad de sectorizar las fincas en base a sus parámetros de suelo, y el conocimiento de la fisiología del cultivo, están llevando a plantear cada vez más, una preparación del terreno mucho más racional, e interviniendo cada vez menos sobre el mismo. Además, la ‘siembra temprana’ que ganó rápidamente adeptos desde principios de los años 2000en la mitad sur de España, hizo que el cultivo del maíz pasara a sembrarse una media de un mes o mes y medio de antelación a lo que venía haciéndose en las décadas anteriores, con un gran impacto en ganancia de producciones, pero también en el momento y tipo de labores previas a la siembra.

Con la preparación del suelo para la siembra en caballones, además de dejar la superficie del mismo en condiciones idóneas para depositar la semilla en la tierra de cara a una perfecta germinación, se debe favorecer la descomposición de la materia orgánica del cultivo precedente, se garantiza la acumulación de humedad correcta para la siembra, y se actúa sobre los horizontes superficiales donde tendrá su desarrollo las raíces principales de la planta.

Hay agricultores que han optado por un laboreo mínimo o, incluso por el no laboreo, utilizando las sembradoras de siembra directa, con botas especialmente diseñadas para situar la semilla a la profundidad requerida, mediante un ‘corte’ en el suelo que aún tiene los restos del cultivo del año previo, con una reja que retira el rastrojo y abre el suelo para depositar la semilla. En parcelas provenientes de cultivos de raíz profunda, como la colza o el girasol, esas raíces habrán explorado el suelo en mucha mayor profundidad, habiendo generado un verdadero ‘subsolado natural’ por lo que la porosidad del mismo habrá acumulado más cantidad de agua con toda seguridad. Además, los restos vegetales que quedan en la superficie del suelo, harán un efecto de ‘mulching’ con muchas ventajas para el cultivo en no laboreo. Para aquellos agricultores que estén interesados en el laboreo mínimo o en el no laboreo, pueden ampliar la información en la Asociación Española de Agricultura de Conservación, suelos Vivos, en http://www.agriculturadeconservacion.org.

Parcela preparada en caballones.

Siembra en caballones

Uno de los sistemas que más merece la pena comentar en cuanto a la preparación del lecho de siembra, es el que tradicionalmente se viene utilizando en los regadíos del Valle del Guadalquivir: la siembra en surcos.

Este tipo de siembra, que más bien debería denominarse en ‘caballones’ o en ‘lomos’ (porque la idea es situar la semilla en la zona central del caballón o lomo que se forma al asurcar el terreno), es típica de los suelos francos de la Vega del Guadalquivir, pero se ha extendido y ha tenido incluso bastante éxito en algunas comarcas tan dispares como las arenas de Girona o los difíciles suelos del Páramo de León con sus cantos rodados y toda la complicación que tiene el prepararlos en condiciones para sembrar. No hay que confundirlo con la práctica contraria, la siembra en terreno llano a la que luego se pasa un aporcador para acumular suelo encima de las plantas que van a nacer, bastante efectivo en zonas con riesgo de costra, pero que obliga a descostrar o ‘desencarar’ cuando las plantas han germinado, y que, si no se hace con cuidado, puede dañar las plántulas recién germinadas.

El asurcado al estilo de la Vega del Guadalquivir, es sencillo en su preparación en terrenos francos y franco-arenosos, y algo más complejo en suelos muy arcillosos mucho más pesados, en especial si no se encuentra el momento idóneo de asurcar el terreno por meterse el tiempo en días de lluvia y el suelo acumula ya mucha humedad. Hecho con suficiente antelación tras la cosecha del cultivo precedente, no es necesario refinar mucho el suelo para reducir el tamaño de los ‘terrones’ ya que, con toda probabilidad, el agua de lluvia y el frío harán ese trabajo para nosotros a lo largo de los meses de invierno.

“Los caballones quedan preparados lo antes posible a fin de verano o principio de otoño y el agricultor ‘se olvida’ de ellos hasta la siembra del maíz; así los suelos con caballones pasan varios meses de invierno con una única misión: acumular humedad en el centro del caballón”

La teoría es sencilla, pero muy efectiva. Al terminar el cultivo previo, especialmente si su cosecha es a fin de verano o principio de otoño, las labores superficiales para triturar e incorporar el rastrojo dejan el suelo con una granulometría suficiente como para que la última labor sea el alomado, pasando los aporcadores que acumulan el suelo a ambos lados de la reja y forme unos caballones de unos 25-35 centímetros de altura, a exactamente la distancia entre líneas a la que sembraremos el cultivo del maíz. De hecho, es importante que el aporcador y la sembradora tengan el mismo número de surcos o uno sea múltiplo del otro, para evitar que, si la labor no se hace con tractor con guiado automático, los ‘pegues’ que, inevitablemente hacen que no sea exacta y constante la distancia entre líneas, haga que la siembra pueda no quedar justo en el centro del lomo.

En la zona sur de España, esta distancia entre líneas suele ser de 70-75 cm (incluso algunos agricultores lo hacían a 90 cm para aprovechar los aperos del algodón). En zonas del norte de España, en especial en la provincia de León, estos surcos se podrían hacer a 50-55 cm, ya que la tradición de sembrar con este interlineado, viene del uso de aperos compatibles con el cultivo de la remolacha. Esta distancia entre líneas favorecida por la disponibilidad de cosechadoras con el peine adaptado a esta medida, ha favorecido la siembra con similar densidad de plantas, pero con distancia entre golpes más grande, con una posible mejor vegetación del cultivo, un tema aún en debate, con detractores y defensores que dejamos para otro artículo.

Los caballones quedan preparados lo antes posible a fin de verano o principio de otoño y el agricultor ‘se olvida’ de ellos hasta la siembra del maíz; así los suelos con caballones pasan varios meses de invierno con una única misión: acumular humedad en el centro del caballón.

La siembra normalmente vendría a ser desde fin de enero -los muy aventajados en el Valle del Guadalquivir-, hasta fin de abril los más tardíos -en zonas de Granada-. Por supuesto que las siembras en Andalucía podrían continuar hasta bien entrado junio en cultivos de segunda cosecha, pero éstas se harían al recoger los cultivos de invierno precedentes, como las patatas, siendo la preparación del terreno totalmente diferente. Puede hacerse también en caballones, pero con la intención de regar por los surcos una vez se haya sembrado en la parte alta del lomo.

A la hora de la siembra, que en Andalucía como se ha mencionado, podría comenzar muy pronto incluso en el mes de enero, el caballón suele contener una cantidad de humedad ideal para la germinación de la semilla del maíz. En años de pluviometría normal, esa acumulación de humedad está garantizada, pero incluso en años de pluviometría escasa, la acumulación de humedad dentro del caballón es mayor que en un terreno llano, ya que la capilaridad del suelo es capaz de incorporar más cantidad de agua en el interior, por el efecto de una mucho mayor superficie de suelo expuesta al rocío y mayor sombreado del surco en las primeras horas del día.

En el momento en que el tractor puede circular por los surcos de la parcela, y existe una previsión meteorológica libre de fuertes lluvias los días siguientes, es muy fácil que la zona central del caballón se encuentre a una temperatura mayor de 10 grados centígrados, y con la humedad perfecta para la germinación, siendo, por tanto, el momento idóneo de situar ahí la semilla para garantizar su rápida nascencia.

Muchos agricultores clavan la bota en la parte superior del caballón, a la profundidad que se encuentra esa humedad, pero otros prefieren pasar primero una grada rotativa o acoplar a la sembradora una tabla o barra que ‘descabece’ el caballón justo antes de clavar la bota en el mismo. Esta misma labor la puede hacer el ‘apartaterrones’ que en muchas sembradoras precede a la bota de siembra. El resultado es una humedad y una temperatura perfectas para una siembra que, a ser posible, será temprana e independiente de si en los días previos ha llovido porque tendremos la humedad acumulada de todo el invierno.

“En suelos problemáticos con mucha infección de malas hierbas, que se habrán desarrollado en ese largo periodo de espera con el suelo preparado en surcos, especialmente en inviernos suaves, es realmente sencilla y barata la aplicación de un herbicida de contacto incluso en la misma labor de siembra”

Es también importante comentar que un caballón demasiado pronunciado con la parte superior en forma ‘de arista’ y en determinadas texturas más arcillosas del suelo, puede hacer un ‘efecto tejado’ frente a la lluvia que, antes de penetrar dentro del caballón, desliza el agua por las laderas del lomo y se acumula en la parte más baja del surco. Este tipo de caballones sí que conviene ‘descabezarlos’ con anterioridad suficiente a la siembra, para que haya una mayor homogeneidad en la acumulación interior de humedad.

En suelos problemáticos con mucha infección de malas hierbas, que se habrán desarrollado en ese largo periodo de espera con el suelo preparado en surcos, especialmente en inviernos suaves, es realmente sencilla y barata la aplicación de un herbicida de contacto incluso en la misma labor de siembra. Es importante mencionar la ventaja de que todas las labores previas a la siembra, y también las posteriores a la nascencia, se hacen circulando por los surcos, por lo que no existe apenas compactación del terreno en la zona del caballón donde van a vegetar las plantas de maíz.

Esta técnica de preparar el suelo en caballones es totalmente compatible con todos los tipos de riego, incluso con los pivots en ladera, a los que se les pasa un ahoyador por el surco para retener el agua en las zonas de mayor pendiente tras la nascencia del cultivo.

Hoy en día, en la tercera década del siglo XXI, cuando la digitalización y las nuevas tecnologías están a la orden del día, algunas técnicas bien asentadas desde hace años pueden seguir siendo de mucha utilidad y es muy importante que los agricultores que nunca las han visto, conozcan alternativas a su manera de hacer las cosas ‘como siempre se han hecho’. Con el precio del gasoil, la necesidad de reducir costes y huella de carbono en nuestros cultivos, es el momento de pasar página de la famosa frase “labra profundo, echa basura y … no hagas caso de los libros de agricultura”.

¡Buena campaña!

Nota del autor: Este artículo está basado en la inestimable experiencia de D. Juan Miguel González Sánchez, técnico de campo jubilado de la empresa Pioneer Hi-Bred, que dedicó su carrera profesional a perfeccionar las labores del cultivo del maíz hasta niveles difícilmente superables.

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